13.6.08

80 años desde el nacimiento de Ernesto Guevara


Maximiliano Basilio Cladakis

El 14 de junio de 1928 nacía en Rosario Ernesto Guevara de la Serna. Desde muy temprano sus pulmones sufrirían serias dolencias que harían a su familia trasladarse a Córdoba, parte de su adolescencia igualmente la dedicaría a jugar al rugby, al terminar sus estudios secundarios entraría a la universidad con la intención de recibirse de médico. Era el hijo de una familia acomodada, de clase media alta. Si bien sus padres poseían convicciones políticas de carácter progresista, nadie hubiera imaginado que ese niño, que ese adolescente, que ese muchacho que en el transcurso de sus primeros años, a pesar de sus problemas de salud (que vale aclarar, tenía la posibilidad de tratar como lo demuestra el traslado de su familia a otra provincia), vivía “como quería” en un momento y en un país donde la gran mayoría apenas podía sobrevivir, se convertiría en el Che.

Ernesto Guevara de la Serna era un burgués de ascendencia burguesa, eso es indudable; sin embargo se transformaría en uno de los enemigos más temibles de la burguesía; y no sólo un enemigo teórico, sino, sobre todo, y ante todo, en un enemigo de armas a tomar. Podría decirse que nunca sufrió la opresión en carne viva; pero igualmente dedicó su vida a luchar contra ella, dio la vida, incluso, en esta lucha.

¿Qué nos dice, entonces, el ejemplo de Guevara en este aspecto? Nos dice, pues, que el hombre es libre. La vida del Che afirma la libertad. En un momento dado, él elige quien ser, determinarse a sí mismo como revolucionario, luchar junto al oprimido convirtiéndose él mismo en oprimido. Niega, por tanto, las tesis deterministas (tanto las sostenidas por los defensores de una lectura exclusivamente economicista de Marx como las de ciertos creyentes liberales en “estructuras” apriorísticas y ahistóricas) puesto que en aquella elección gratuita nos demuestra que el ser de la historia está siempre abierto, que la historia, si bien es producto de las circunstancias, es el hombre quien “hace” a las circunstancias (como Marx bien supo señalar).

La vida de Guevara, su vez, nos revela a la historia como praxis, como negación de todo determinismo, en dos sentidos. Por un lado, él “hace historia” como individuo que se realiza a sí mismo eligiendo libremente quien ser, negando todo intento de estadística sociológica acerca del comportamiento de los jóvenes de clase media de determinado tiempo y de determinado lugar. Por otro, su vida “extrapersonal”, su participación en una acción colectiva como la Revolución Cubana, nos enseña que no hay una dialéctica a priori de la experiencia. Un pueblo, pues, puede rebelarse ante sus opresores, determinándose a sí mismo a través de sus actos, y no simplemente esperar el cumplimiento de “leyes objetivas” del ser social.

De seguro, muchos dirán que para llegar a ser lo que fueron tanto el Che Guevara como la Revolución comandada por Fidel no hubieran sido posibles si no se hubieran dado determinadas condiciones “objetivas”. Obviamente esto es cierto; la libertad no es nunca una libertad absoluta; no hablamos aquí de un “voluntarismo total”. Como bien dice Sartre, la libertad es siempre “libertad en situación”. Tanto el “hombre” como “los hombres” actúan sobre algo ya dado que “es” más allá de sí mismos. Pero es en esa situación ya dada donde se realiza nuestra libertad. El Che era muy conciente de esto y lo demuestra tanto en la teoría como en la práctica. Se había percatado que América no era Europa ni Asia y que, por tanto, la Revolución en nuestro continente no podía ser un calco de las ocurridas en otros lugares del mundo. El pueblo cubano, empero, podía elegir: o bien seguía siendo el “prostíbulo” de Estados Unidos, o bien se constituía en una nación digna, justa y soberana. Así como el Che eligió no ser un burgués; Cuba eligió no ser una nación de esclavos.

En los treinta y nueve años que duró su vida, Ernesto Guevara “hizo” historia, “su” historia, y esa misma historia constituyó la historia de los pueblos de no sólo América Latina sino de todo el “tercer mundo”. Ni el hombre ni el mundo son “estructuras” inamovibles, la libertad tampoco es una mera ficción. El Che y Cuba nos lo demuestran, y es por eso que son tan temidos por el status quo, por los defensores (materiales e intelectuales) de un sistema de opresión y de miseria.

Biografía Del "Ché"

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