12.2.06

Un virus capitalista

Edgardo Bergna

Cuándo uno se engripa, no se da casi cuenta, uno no sabe bien cómo contrajo la molesta dolencia pero ahí está; de pronto aparece uno enfermo. Ahora todo un trámite, visita al médico, análisis, remedios, la obra social, el medicamento que no tiene descuento. Es un virus dice el médico, te deja de cama y se cura en la cama. Ah, era eso. Lo que fue tan fácil de contraer, se convierte en un suplicio sacárselo de encima.

Hace unos días acompañé a un amigo hasta la oficina de una empresa de televisión por cable e internet.

Estos tipos para ponerte la tele e internet no te piden casi nada —Dice Marcelo— los contraté por teléfono, vinieron corriendo con cables, herramientas, aparatos ¡y listo! Todo en veinticuatro horas, después, pagar todos los meses, y eso si, cuando llamás para pedir alguna información, no son tan eficientes, pero si tenés un problema, olvidate, imposible dar con alguien que lo resuelva, pero bueno, al final la imagen vuelve, vuelve la señal… y uno sigue pagando, esta todo bien.

O no tan bien, era viernes, 12 de febrero, las tres de la tarde, y acompañaba a Marcelo a deshacer lo que le fue tan fácil hacer. El trámite debe ser personal, con documentos, el horario de oficina, antes de una fecha determinada. Quería borrarse “del cable”; como la gripe, esa, de la que hablaba antes.

Hoy es domingo y estaba hojeando los diarios y tengo que escribir algo aquí; las noticias de los domingos, y sobre todo en verano, no son tales pero en uno de ellos, de los diarios digo, encontré algo que quizá sea de perogrullo, pero anejo a lo que relaté antes, la historia era de cómo las empresas, prestadoras de servicios manejaban con cierta asimetría la contratación de sus servicios y la cancelación de éstos por parte de los “clientes”; el diario que trataba el tema es parte de un grupo empresario operador de TV por cable, TV abierta, internet, etc. Un monopolio.

Carta robada o confesión de parte

A esta altura alguien podría suponer transparencia en el desarrollo del tema que el diario Clarín expone a sus lectores, podría pensar que como empresa, funciona distinto a lo que ¿denuncia?

También se podría tildar de valiente, en tanto que presenta un tema que los involucra directamente, esta “confesión de parte” seria suficiente para saber frente a quien estamos, y, como autocrítica, el camino a su “redención”. O, la presentación de los hechos de manera tan «ante-los-ojos» que es imposible ver su contenido auténtico, como lo expresa en La carta robada Poe.


Ni una cosa ni la otra, no es la valentía de una confesión para hacerse cargo [iluso] ni una evidencia tan expuesta como enceguecedora; a lo que se apela ahí es a una manera de presentar los hechos focalizándo, haciendo foco en ciertos rasgos, amplificándolos y desarrollándolos de manera tal que la responsabilidad por ejemplo recaiga en un vendedor, titulando: Una nena de 12 años, víctima por teléfono de un vendedor astuto. (Clarín, Domingo 12 02 06)

Y haciendo responsable a los clientes de no leer la letra chica, de no estar atentos a la fecha de vencimiento de los contratos, en caso de no querer renovarlos, a los empleados de los call centres (?) de estar tan ocupados ante una demanda de tal magnitud que los supera, y, sobre todo ese vendedor astuto, si, ése que engañó a la chica para no perder la comisión.

Parece, entonces que la cuestión es, entre empleados cansados, vendedores astutos e imbéciles “usuarios” que no llegan a ser clientes, acostumbrados a que los proteja el Estado, cuando son ellos los que debieran ocuparse de “hacer buenos negocios” con las empresas.

Aquí nada se dice de los empresarios, y parece que fueran ajenos a la disputa entre el “astuto”y el “imbécil”, no se dice que la “economía de mercado” funciona así, que todos los problemas que el diario Clarín detalla en sus páginas son derivadas directamente de la manera de hacer negocios capitalista: mayor renta con menor inversión; de ahí que se invierta mas en promoción que en atención, y que las soluciones que intenta dar parecieran ser soluciones ante un “hecho natural” para el cuál tenemos que estar prevenidos.

Domingo, 12 de febrero de 2006

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