Edgardo bergna
l
El modelo republicano de los "discursos"
la obra más divulgada de Nicolás Maquiavelo es, sin duda, El príncipe (1513-1515). Escrita como
una prescripción, el florentino ofrece su "receta" al príncipe, con
la clave para acceder y mantener el poder: estrategia que un "príncipe
nuevo" debe poner en práctica para lograr la regeneración de Italia.
El objetivo del Príncipe, según se lee en la obra citada, es la
unificación de Italia, tras liberarla de los enemigos externos y de la corrupción
interna; para esto el gobernante necesita el máximo poder y la mayor distancia
de todo lo que lo aleje del fin previsto.
En el
capítulo II, De los principados
hereditarios, se lee: «Dejaré de lado tratar sobre las repúblicas, porque
en otro lugar lo hice extensamente.»[1].
Dicho esto al comenzar el capítulo II,
no se vuelve a hacer referencia al régimen republicano. La imagen que
nos deja el texto, es más la de un modelo monárquico, que la de un modelo
republicano.
Como se dijo arriba, El Príncipe
es la obra más divulgada de Maquiavelo, pero también una de las obras peor difundidas y menos
conocidas. su popularidad podría
deberse a la brevedad, y al tratamiento de la monarquía ―propia de su tiempo―
donde «se forjan y desarrollan las monarquías absolutas.»[2].
De ésta manera, Nicolás Maquiavelo aparece como un favorecedor de los regímenes
monárquicos, producto, a nuestro entender, de la lectura de El Príncipe recortado del contexto de su
obra.
Con todo, no se puede despojar a la obra más popular del florentino lo
que de hecho produjo en la cultura e, indudablemente, produce en la ciencia
política moderna. como buen
"clásico”, de esa productividad surgen múltiples y variadas lecturas y
desacuerdos; tanto en la coherencia de su obra cuanto en su pensamiento.
Nicolás Maquiavelo y su obra son considerados como:
«...un patriota a quien le
importaba más que todo la independencia
de florencia (...) una "obra
maestra" (...) un adulador verbal y
traicionero, ansioso de servir a cualquier
amo,(...) un innovador
revolucionario que dirige sus rayos contra la
envejecida aristocracia feudal y el papado y sus mercenarios (...) un hombre inspirado
por el Diablo para conducir a hombres justos a la perdición, el gran corruptor,
el maestro del mal, (...) "el socio del diablo en el delito"(...)
"un manual para pandilleros"[3]
Así discurren las diferentes lecturas sobre el florentino. Entre el bien
y el mal más absoluto: maniqueísmo que ―como si faltaran opiniones― se disipa,
substrayendo su discurso de todo juicio de valor y libre de interpretaciones
éticas: leemos, entonces, a un Maquiavelo que es capaz de hacer que la política
abandone el suelo de la ética y transite el de la estética aprovechando su:
«...desarrollada concepción del estado como obra de arte »[4]
o «Singleton transfiere la concepción de Maquiavelo sobre la política a la
región del arte, que se concibe como amoral.»[5]
Así pues, nuestro autor parece favorecer
los regímenes monárquicos en tanto se tome El Príncipe como una obra acabada en si misma; ahora bien, si se la
ubica dentro del corpus literario, si
se la toma dentro «...de su obra principal, los Discursos sobre la primera década de tito
livio, (...) El Príncipe, puede ser considerada como
sección independiente de su obra principal,»[6].
en
nuestra opinión, es necesario leer El
Príncipe en el marco de los Discursos
sobre la primera década de tito livio (1513-1519): o mejor «... El príncipe se integra en la estructura
general de los Discursos.»[7],
como manifiesta Ana Martínez Arancón.
Siguiendo esta interpretación
podríamos, entonces, plantear que en El
príncipe se desarrollan las características de "un príncipe
nuevo" al momento de acceder al poder y que éste sea "uno" es
condición necesaria para el "modelo de República" planteada por el
florentino en los Discursos cap. 9
libro 1
«Debe tomarse como regla general que pocas veces o nunca, sucede que una
república o reino esté bien ordenada desde el principio o reordenada de nuevo
fuera de los usos antiguos, si no ha sido ordenada por una sola persona. De
modo que es necesario que sea uno solo aquel de cuyos métodos e inteligencia
dependa la organización de la ciudad.»[8]
Como se ve en este fragmento de
los discursos
la idea monárquica tiene vigencia en la "organización" de la ciudad
en tanto ésta "como regla
general" nunca está ordenada; por otra parte el "príncipe nuevo"
no debe dejar en herencia su autoridad, con esto se marca el tipo de monarquía
a que se hace referencia: no es hereditaria, ni eclesiástica ―principio
teocrático que pasa por alto― pero sobre todo la idea de no ser hereditaria es
constitutiva de lo que se quiere decir por "príncipe nuevo" «Si es
prudente y virtuoso también evitará dejar en herencia a otro la autoridad que
ha conseguido, pues como los hombres son mas inclinados al mal que al bien,
podría su sucesor usar ambiciosamente aquello que él ha empleado
virtuosamente.»[9] . en este fragmento, del mismo capítulo
que el citado arriba, se transluce la idea de que el que gobierne una ciudad
debe acceder al poder por sus propios medios
―armas propias y virtú―,
conceptos recurrentes en toda la obra maquiaveliana.
Queda todavía explicar cómo se
expone en los Discursos "El
modelo republicano", pues, el florentino asegura que una vez logrado el
objetivo de alcanzar el poder y formar una ciudad no debe caer toda la
responsabilidad en un hombre solo, éste debe ocuparse de las cuestiones que
tienen que ver con la guerra y dejar para otros la responsabilidad que atañen a
mantener la ciudad organizada, en este sentido Maquiavelo dice:
«Además si uno es apto para
organizar, no durará mucho la cosa organizada si se la coloca sobre las
espaldas de uno solo, y sí lo hará si reposa sobre los hombros de muchos y son
muchos los que se preocupan de mantenerla. Porque del mismo modo que no
conviene que sean muchos los encargados de organizar una cosa, porque las
diversas opiniones impedirían esclarecer lo que sería bueno para ella, una vez
que esto se ha establecido no será fácil que se aparten de ahí.»[10]
Aquí se comienza a vislumbrar la
idea de república que toma de la
historia de roma; los Discursos sobre la primera década de Tito
Livio son un comentario
sobre la obra Ab urbe condita libri
conocida como Décadas del historiador
romano Tito Livio, escrita a partir del 29 a.C. y publicada entre el 26 y
el 14 d.C. Maquiavelo comenta en los Discursos
la necesidad de Rómulo de matar a su hermano; poniendo énfasis en el bien común
y no en su propia ambición, esto queda demostrado ―dice Maquiavelo― ya « que enseguida estableció un senado
que le aconsejase y de acuerdo con el cual tomaría las decisiones»[11].
Queda formulada así una república mixta constituida por una monarquía,
representada por el príncipe, una aristocracia, por el senado y una democracia
que se reunía en asambleas.
La autoridad del monarca ya estaba limitada, «Examinemos con cuidado la
autoridad que Rómulo reservó para sí, vemos que se limitaba exclusivamente a
mandar el ejército en caso de guerra y a convocar al senado...»[12].
Nicolás Maquiavelo tenía la mirada puesta en el modelo clásico de
República ―especialmente el romano―. Para ilustrar cual era la actitud de este
modelo, encarnada en hombres que seguramente admiraba a través de sus lecturas,
bastaría recordar que, cuando Pirro desembarcó en Tarento, Italia, en la
primavera del año 280 a.C., con su enorme
fuerza militar fueron inútiles los esfuerzos de los Romanos para no ser
derrotados en Heráclea; con todo, la reacción romana fue rápida y eficaz y el
rey de Epiro se vio obligado a negociar su victoria para constituir en Europa
meridional un verdadero reino «El rey invitaba a los romanos a un reparto de la
península. Pirro pensaba como conquistador helenístico. Olvidaba que sus
enemigos no formaban un reino, sino una república, y que no defendían la
ambición de un hombre sino la tradición de una patria.»[13].
Este "espíritu romano" es el que un
gran lector de los clásicos, como lo fue nuestro autor, quiso recuperar en su
obra, que, por otra parte, y a pesar de la divergencia de opiniones sobre su
obra y su personalidad «Todos los observadores ponen de manifiesto que
Maquiavelo es "hijo de su tiempo", un testimonio típico del
Renacimiento.»[14] .
Entonces, ¿era maquiavelo un defensor de las
monarquías absolutas, el despotismo y la tiranía de dirigentes como César Orgía?
Creemos que el florentino propone en
su obra ―seguro en los Discursos― un
modelo republicano clásico, mixto y aspiraba como se dijo a la unificación de Italia, tras
liberarla de enemigos externos y corrupción interna. Con todo si es
defensor de tiranías, la respuesta está en los textos:
«...y pudiendo fundar, con perpetuo honor para ellos, una república o un
reino, se convierten en tiranos, no percatándose al tomar este partido, de
cuanta gloria, honor, seguridad, quietud y satisfacción del alma dejan de lado,
y cuánta infamia, vituperio, reproches, peligros e inquietud echan sobre sí.»[15]
ll
Contexto histórico de «El príncipe»
Como se dijo arriba, El príncipe,
es la obra mas popular de nuestro autor y quizá una de las más leídas. También
sabemos de la importancia que representa el contexto histórico en toda obra y
como se ve influida por los avatares de su época; en general, es siempre más
fácil abundar en dicho contexto; en cambio, cuáles fueron los motivos
personales que llevan a un autor a su obra es más difuso y lo que nos llega es
casi siempre a través de interpretaciones mas o menos aceptadas por la
comunidad académica.
Maquiavelo nos allana en mucho el trabajo de buscar razones que
motivaron la redacción de El Príncipe;
sus motivos personales, los explica en la conocida carta a Francesco Vettori,
fechada el 10 de diciembre de 1513.
El Príncipe, se inscribe en el Renacimiento y es
dentro de ese período donde se gesta y crece. El florentino es "hijo de su
tiempo", filiación que deja su
huella tanto en su producción histórico-política como también en su obra
poético-literaria. Nicolás Maquiavelo nació en 1469; su infancia y juventud
transcurrió en el período de mayor esplendor del Renacimiento italiano, la
Florencia de los Medici, de Lorenzo el magnífico poeta talentoso, que reunió en su corte a los
creadores e intelectuales más importantes de su época; mecenas de artistas como
Botticelli y Miguel Ángel, de filósofos como Marsilio Ficino y Giovanni Pico
della Mirandola, de poetas como Angelo Poliziano, humanista y tarductor al
latín del Cármides de Platón.
pero también, de la Florencia del milenarista Jerónimo Savonarola,
operador "espiritual" y político, cuyos sermones
apuntaron sobre el "pecado de la sociedad" y ―a los Medici― dando su apoyo a la invasión
de las fuerzas francesas en 1494, que
terminó con la caída de los Medici y fundó la esperanza en la República de
Florencia, modelo de un estado cristiano, armada contra el "vicio".
entre 1498 y 1511, Maquiavelo formó parte de la administración de la
República de Florencia , Fue secretario
de la Segunda cancillería y del consejo de los Diez entre otros cargos.
Una vez repuesto el poder de los Medici, fue expulsado y tomado prisionero
sospechoso de conjura contra el reinstalado poder.
A partir de 1513 se retiró a su pequeña
propiedad campesina en Sant´Andrea in Percussina y «...en el ocio (...) comenzó
a capitalizar (...) su experiencia en asuntos de Estado y sus lecturas de los
antiguos en la composición de sus libros.»[16]
De esta manera queda delineado el entorno,
desde una perspectiva histórico-política, donde se genera El Príncipe. Con todo, creemos que es de suma importancia la
influencia que tuvo, en las obras políticas de Maquiavelo, lo que significó en
la historia del pensamiento y las ciencias el complejo fenómeno del
Renacimiento.
El Renacimiento, para decirlo brevemente,
en un sentido puramente cronológico no puede separarse de la Edad Media; esto
no obsta para que se busque una línea de demarcación intelectual, en tanto sea
posible y asumiendo los riesgos de ser muy genéricos, se trata de contraponer
una "cosmovisión medieval" a una "cosmovisión
Renacentista".
la Edad Media se nos presenta
múltiple, plagada de discusiones en las diferentes escuelas; realistas, nominalistas, místicos,
dialécticos; discutieron con fervor sus diferencias pero «...había un centro
común de pensamiento, el cual permaneció firme e inalterable durante muchos
siglos.»[17]
"ese centro común de pensamiento" según Cassirer esta definido por
una forma de pregunta, para comprender algo, es necesario preguntarse por la
causa, así pues remontándose al primer principio mostrar de que modo ha
derivado de él. Del primer principio, del uno absoluto, se desenvolverá la
multiplicidad; siempre inferior al primer principio ―hombre-naturaleza-materia―
no en el sentido moderno de evolución sino como de-gradación siguiendo la
teoría de Plotino de Emanación donde lo
causado procede necesariamente de la causa, con la que se establece una
continuidad o gradación inferior a la causa, esta continuidad es el uno
absoluto, esa aurea catena que Homero
presenta en la Ilíada; Dios.
Por otra parte en la cosmología
aristotélica el motor inmóvil [Dios], que mueve sin ser movido, transmite su
movimiento primero a las cosas más próximas a él y de ahí a todo el sistema
sublunar, que desciende en diferentes grados. El mundo superior esta hecho de
una sustancia imperecedera e incorruptible, eterna; el nuestro, el mundo
inferior es corruptible, y todo decae.
Esta, sucintamente, es la visión del mundo
que predominó en toda la Edad Media; una clara diferencia, dos substancias que
se manifestaron en jerarquías; en lo político, social y religioso encarnado en
Papas y emperadores «...es una imagen exacta y una contrapartida del sistema
jerárquico general; es una expresión y un símbolo de ese orden cósmico
universal que ha sido establecido por Dios y que, por ello mismo, es eterno e
inmutable.»[18]
Esta visión del mundo, es lo que lentamente vino a romper el
Renacimiento, operando cambios, donde iba perdiendo cada vez más fuerza el
inapelable sistema jerárquico.
El sistema no quedó
completamente destruido, pero la cosmología aristotélica fue substituida
lentamente por la astronomía copernicana, firmando la partida de nacimiento de
la ciencia moderna.
Ya no se trata de acomodar los hechos a la
explicación de la Escritura sino de
comprenderlos en si mismos, entre Dios como principio y Dios como fin y
consumación viene a insertarse el orden de la naturaleza y el de la conducta
humana; con estos presupuestos de su tiempo, se inscribe la obra, pero sobre
todo El Príncipe de Nicolás
Maquiavelo.
III
Realismo en Maquiavelo
es considerado el iniciador de la teoría política moderna, porque
identifica su objeto, propio e independiente, de los principios de la
metafísica y la ética. Maquiavelo como haría mas tarde Hobbes, quiebra el
paradigma antiguo de la teoría política aristotélica, entendida como praxis, y, la asume, como una techné. Su naturalismo humanista se
manifiesta en el Príncipe como
"realismo político": la política trata del hombre tal como es y no
del hombre tal como debe ser.
En tal sentido en el cap. XV de El
Príncipe se hace referencia a como debe proceder el príncipe con los
súbditos y amigos, reconoce que muchos lo han hecho antes, y aclara que teme al
hacerlo, "ser tenido por presuntuoso" por referirse de un modo tan
diferente a los demás, comentando que en otros escritos se hace alusión a la
"representación imaginaria" de la verdad, asumiendo el compromiso de
presentar a "quien lo entienda" la verdad porque:
«... muchos se han imaginado
repúblicas y principados que jamás se han visto ni conocido que hayan existido
en verdad; porque es tanta la distancia de cómo se vive a como se debería
vivir, que aquel que deja lo que hace por aquello que se debería hacer aprende
mas bien su ruina que su salvación;...»[19]
Como se ve estamos ante un hombre
que trata de describir el comportamiento de los hombres con el Estado y de los
Estados como organizaciones, tal realismo lleva a pensar en Maquiavelo como
quien delineó la noción de "Razón de Estado"
IV
Razón de estado
El tema de la razón de estado ha sido visto como uno de los temas que
aparecen en El Príncipe sin ser jamás
mencionado de esa forma por el florentino, uno de los capítulos de donde puede
desprenderse dicho concepto es el XVlll; aquí se expresa de muchas maneras ―todas
muy crudas por cierto― como un príncipe debe actuar y "como deben ser
guardadas las promesas por los príncipes". Hay que considerar aquí que lo
que se propone es "vencer y mantener el Estado" y no hay reparo en
cuanto deba hacerse para obtener dicho fin.
«Trate, pues, un príncipe de vencer
y mantener el estado y los medios serán por todos alabados, porque el vulgo se
deja llevar por aquello que parece y por el resultado de la cosa; y en el mundo
no hay sino vulgo, y los pocos no tienen lugar cuando los mas tienen donde
apoyarse.» [20]
En este pasaje se puede apreciar como se
reúnen dos conceptos importantes en nuestro autor, si se vence y mantiene el
Estado, objetivo principal de un príncipe, serán admitidos los abusos, de este
pasaje se desprende la famosa frase "el fin justifica los medios" ―
nunca dicha así por Maquiavelo― y por otro lado el concepto de Razón de Estado
en tanto ciertos medios serían justificables solo en el momento en que un
príncipe nuevo accede al poder de un estado y debe mantenerlo ―esto si se
piensa en El Principe como una
sección independiente de discursos―.
VIRTÜ
Para terminar, hay otra noción que atraviesa
toda la obra de Maquiavelo, ésta es la noción de virtú se debe aclarar que hay una clara diferencia entre virtú y el concepto ―transmitido por la
moral cristiana― de virtud.
El sentido que se da al término virtú es un saber hacer, son las
condiciones del "príncipe virtuoso", las de un estratega capaz de
fundar y gobernar estados, en este sentido virtú
tiene un sentido extramoral.
«Y fue de tanta virtud, incluso en
sus asuntos particulares que quien de él escribe dice "que nada le faltaba
para reinar, excepto un reino". Eliminó la vieja milicia, ordenó la nueva;
dejó las amistades antiguas, tomó nuevas: y como tenía amistades y soldados que
eran suyos, pudo sobre tal fundamento edificar todo un edificio, de modo que lo
que le costó tanta fatiga en conquistar, con poca lo mantuvo.»[21]
como se ve en el texto citado aquí, se refiere por virtud lo que se dice
arriba de virtú; en clara referencia
a cuestiones que tienen que ver con el acceso al poder de un príncipe nuevo
―nada le faltaba excepto un reino― y lo que se refiere a mantenerlo ―lo que le
costó tanta fatiga en conquistar con poco lo mantuvo― .
[1] Nicolás Maquiavelo, El Príncipe cap. Ll p.24 Introducción,
traducción y notas Tursi, Antonio, D. Ed. Biblos Bs.As. 2003
[2] Discursos
[3] Berlín pp 93-95
[4] op.cit pp 94-95
[5] op.cit pp.94-95
[6] Horkeimer, Max, Historia, metafísica y escepticismo,
"Maquiavelo y la concepción psicológica de la historia", p 21
Alianza, Madrid, 1982
[7] Discursos
[8] Maquiavelo, Nicolás
Discursos sobre la primera década de Tito
Livio, Introducción y notas, Martínez Arancon, Ana Alianza Editorial,
Madrid, 1987
[9] ibidem.
[10] Op.Cit.
[11] Op.Cit.
[12] Op.Cit.
[13] Grimal Pirre, comp. Historia Universal siglo veintiuno, "El Helenismo y el Auge de
Roma II", cap. 5, pag. 279, Ed.
Siglo XXI, Argentina, 1972
[14] Cassirer, Ernst, El mito del estado, Cap. XI
"Maquiavelo y el Renacimiento", p.154, F.C.E. , México, 1947
[15] Discursos, Cap 10 Que
laudables son los fundadores de una república o un reino, y que vituperables.
en cambio, los tiranos.
[16]Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe P.10
[17]Cassirer, Ernst Op. Cit.. P 156
[18] Op.Cit .p,158
[21] op.cit. cap. Vl,p38
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