1.4.08

Los nombres, la forma, el fondo y la necesidad

Edgardo Pablo Bergna

01 04 08

Desde hace 20 días se nos presenta el llamado paro del agro, paro que en realidad no es tal, en tanto que, su modo de acción es el bloqueo, o corte de los caminos por donde llegan los productos agroalimentarios. ¿Por qué es suficiente que Alfredo De Angeli nos diga: «para que vean que somos sensibles vamos a dejar pasar la leche»? Lo es, para percatarnos de que no se ha dejado de producir alimentos y de que interrumpir conscientemente el acceso a alimentos básicos es violatorio a un derecho humano esencial, no creo que le debamos nada, De Angeli, a su sensibilidad. ¿Acaso los granos con que alimentan a las aves, o las carnes, las frutas y hortalizas que van al consumo interno, no son productos agropecuarios? No hay paro en la producción: si la hubiera no haría falta bloquear la ruta a lo que el mismo campo produce. ¿Quienes envían esos productos que llegan tarde y en mal estado a los puntos de distribución — bloqueo mediante— para luego ser descartados? Luce mas como un paro patronal, inducido por empresas agropecuarias, no del campo ni mucho menos del trabajador rural, un lockout, cuyo modo de actuar es, «el bloqueo» y sus actores de base son, eso si, pequeños y medianos sectores agropecuarios, identificados con el amo allá; y, familiares e inversores agrarios —al ritmo de la cacerola— en la ciudad.

Cuestión de nombres

Ahora me interesa reseñar muy brevemente aquí algo que en el texto El Pueblo y las ratas se menciona cuando se refiere a los medios y a su modo de presentar la cuestión: «Comenzaron a hablar de “ciudadanos” y de “piqueteros”» —dice Cladakis— Como se ve, al oponer esas dos palabras se genera una dicotomía, un juicio de valor cuya importancia en el orden de «las palabras» puede verse, también —en política internacional— sobre si las FARC dejan de ser «nombradas» terroristas para llamarse fuerza beligerante. Vaya si tiene importancia como se nombran las cosas.

Con todo, y a pesar del esfuerzo que se ve en no identificar el paro del campo con los «piquetes tradicionales» aquellos, y éstos usan la misma metodología. El Art. 14 de la Constitución otorga el derecho a transitar por todo nuestro territorio y conculcar ese derecho constituye delito. No se duda a la hora de nombrar a los piqueteros, hacerlo siempre con relación a la falta que cometen, en tanto que, «los piqueteros rurales» pueden disponer, administrar y ordenar; incluso, cuantos y quienes pueden transitar por lo que creen sus rutas pero se los nombra «ruralistas» a secas.

Cuestión de fondo y de forma

Si algo tiene de positivo este conflicto, es que de algún modo se produce cierto desvelamiento; personalmente me tranquiliza poder resolver, aunque no definitivamente por supuesto, algunas cuestiones que me hacen reflexionar sobre conceptos tales como «muerte» o «violencia», entre otros que suponen proposiciones taxativas como: «siempre es mala la violencia» en este conflicto se pudo ver con claridad como la opinión pública legitima actos violentos en algunos, según la información que se le provee o según su ideología y condena cuando los mismos actos provienen de otro sector.

Creo no haber descubierto nada con lo dicho arriba, pero es que en esta oportunidad no he escuchado con tanta frecuencia frases como: «entiendo sus reclamos pero hay otras formas de protestar» es decir: parece que la mayoría de la gente dice estar de acuerdo con el fondo —las causa— pero no con la forma de expresión del reclamo cuando se trata de reclamos que resultan de piqueteros que cortan las calles, en este caso parecen no verse «piquetes rurales» sino reclamos de ruralistas

Para terminar creo que la forma —el piquete— tiene una valoración positiva o negativa según se acuerde o no con el fondo —lo que promueve la acción— y queda expuesta una posición ética y política según se legitime a los actores de uno u otro sector.

Cuestión de necesidad

Si estamos de acuerdo que hay cuanto menos dos sectores que han recibido la atención de los medios por sendos piquetes, unos, los mas repudiados, lo hacen en virtud de su condición de desocupados y hambreados, pidiendo por salud, educación, techo y trabajo y los trastornos que provocan no van mucho mas allá de cuestiones «de horario», su necesidad legitima su acción. Los otros, reclaman por ver disminuidas sus ganancias y operan sobre la cadena [privada] de alimentos ocasionando desabastecimiento de insumos básicos para la alimentación. Su necesidad [viscosa] hace repudiable su acción

Tomar partido en este caso, es estar de un lado o de otro en la discusión sobre un modelo de exclusión o de inclusión —redistribución de la riqueza mediante— estar del lado o no de la gente todavía sumida en la pobreza. Aunque no se despliegue taxativamente en el discurso ése es el espíritu, el fondo del conflicto.

Vicente López Marzo de 2008

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